Me llamo Paz, soy Coach Ejecutiva y Psicóloga, mi abuela no tiene tan claro qué hago exactamente pero trataré de explicártelo sin enredarme demasiado:
Pongo mis habilidades y conocimientos al servicio de líderes y empresas que quieran conseguir mejores resultados influenciando o persuadiendo.
Me costó llegar a esa frase, porque la psicóloga que hay en mí quiere contarte que influir y persuadir se logra mediante el trabajo de la inteligencia emocional.
Y me encanta ese tema, pero es el medio, no el fin.
Así que sí, te ofrezco ganar influencia y confianza en ti y tus habilidades de liderazgo, pero tendrás que mirar y trabajar tu gestión emocional.
No es fácil.
Llevo trabajando mi propia inteligencia emocional desde hace unos 18 años y todavía se me escapa un grito poco decoroso cuando mi hijo le hace zancadillas a su hermana.
Pero debo escribir algo en mi defensa
No es sobre mi hijo
Es que en nuestra vida personal es mucho más difícil gestionar emociones que en el contexto laboral.
¿Y qué tiene que ver gestionar emociones con lograr mejores resultados?
En primer lugar, con que los resultados dependen de personas y lo que nos guía en esto de ser humanos son nuestras emociones.
Una persona asustada toma decisiones muy distintas si siente tranquilidad o alegría, no digamos rabia.
Si la emoción supera cierto nivel aumentamos el riesgo de error.
Eso no significa que haya que suprimirlas. No por favor. Sólo que hay que usarlas a nuestro favor
Y yo ayudo a eso
Además, no olvidemos el ingrediente clave para lograr que otros hagan lo que necesitas que hagan: la motivación.
¿Cómo impactamos en la motivación?
Influyendo en las emociones de los demás.
Hay más por supuesto, pero es la base y ya con eso, puedes notar cambios sustanciales en tu liderazgo.
Dejaré este tema aquí porque en este apartado tengo que escribir sobre mí, si te interesa ahondar más en la relación entre liderazgo, influencia e inteligencia emocional suscríbete a mi newsletter:
Voy a explicarte porqué me dedico a esto pero antes quiero contarte un cuento
Lo escuché en la ceremonia de titulación de una amiga y hay dos cosas que recuerdo de ese momento: el cuento y las empanaditas de pino que comimos después.
El cuento dice algo así:
Había una vez un filósofo en la edad media (porque ahora sería un científico social) que investigaba qué era la felicidad, y en esta búsqueda se encontró a un hombre levantando una piedra y le preguntó si estaba contento con su trabajo.
El hombre contestó que no, que el trabajo era duro, monótono, mal pagado y que no preguntara estupideces.
Luego se acercó a otro, que hacía lo mismo que el primer interrogado, y ante una pregunta similar le contestó: “Me gusta mi trabajo porque estoy al aire libre, me río con mis compañeros y me mantengo en forma, mira estos bíceps”
Finalmente llegó a un tercero que se detuvo para responder: “por supuesto, estoy construyendo una catedral”.
Chan chan, ahora viene el análisis y la moraleja.
Un trabajo tiene distintas aristas: suple tus necesidades, te gusta y te hace sentido.
En mi caso, lo explicaré en el mismo orden:
Hay gente que quiere cariño, reconocimiento, admiración. En mi caso, mi ego ronronea cuando logro ese efecto en los demás, y no me digan que escuchar a mi ego está mal, porque es adrenalínico para mí.
3. Y mi catedral consiste en hacer que los liderazgos traigan felicidad. La misma felicidad de la que te escribo aquí: que supla necesidades, traiga entusiasmo y un sentido profundo.
Por si acaso no lo has hecho antes